Los últimos copos de nieve caían en esa fría noche de 31 de diciembre. Nuevo año, nueva vida para todos.
Primera campanada, segunda, tercera… comiéndose rápido las uvas para no quedarse atrás. Intercambiándose sonrisas. 12 campanadas. Besos y más besos.
-¡Feliz año nuevo!-gritó Emily y se tiró a los brazos de su padre sonriendo.
-Igualmente cariño- sonrió y la besó en la mejilla.
Se sentía feliz por una vez en navidad, se sentía feliz. Miraba entusiasmada a su alrededor, su casa estaba adornada con miles de luces que su padre había puesto antes del accidente y de fondo una cinta vieja de unos villancicos sonaba.
-Papá ya es la hora, voy a ver a Simón ahora en nada vuelvo – le dio un beso en la mejilla y salió entusiasmada a verle. Habían quedado ese día después de las campanadas para felicitarse el nuevo año y poder contarle lo que tanto había esperado ella. Esas últimas semanas habían pasado tantas cosas que afectaban a todos ellos: Mickel se volvió a confesar ante Emily pero ella le rechazó, no podía engañar a él ni a su corazón, amaba a Simón solo a él. Y luego Simón tuvo que elegir en marcharse o quedarse con Emily cuya respuesta obtendría en unos minutos.
Dando pequeños saltitos de felicidad y tarareando un villancico iba Emily avanzando por las luminosas calles, convencida de que la respuesta sería si. Entonces divisó a lo lejos a Simón.
-¡Feliz año nuevo!- gritaba mientras corría hacia él con una sonrisa.
-Igualmente- le contestó dulcemente y cuando estaba enfrente de ella la besó.
-Bueno y dime la respuesta- -Sonreía Emily.- ¡No! Espera espera que cierro los ojos y así es más emocionante- riéndose cerró los ojos esperando la noticia. Simón sonreía tristemente, le partía el alma, todo.
-Emily… por favor, abre los ojos- su tono de voz era serio y triste. Emily preocupada abrió sus ojos, unas cuantas de lágrimas le recorrían el rostro. Lamentablemente sabía la respuesta.
-Yo no te lo quería decir hoy Emily… sabes que no puedo hacer lo que los dos queremos aunque lo desee.- decía mientras sus ojos se inundaban de lágrimas.-Emily yo te quiero, no miento, no te quiero te amo, pero esto no puede ser...- Emily no paraba de llorar le daba igual sus explicaciones, no no quería que se fuera.
-¡Me da igual los kilómetros que nos separen! ¡Me da igual, yo te amo y no lo dejare de hacer por una palabra llamada distancia! – decía gritando mientra lloraba.
-Emily…- Se abrazaron fuertemente.- Te prometo Emily que seguiremos, juntos luchando a la vez podremos.-
Abrazados, llorando, consolándose, con su único objetivo es de luchar contra la distancia.
-¿Me… prometes que me querrás aunque estemos lejos?-dijo Emily mientras se limpiaba las lágrimas.
-Te lo prometo- y con una sonrisa rota se agarraron sus dedos meñiques como acción de promesa y con un último beso tierno y apasionado expresándose todos sus sentimientos sellaron la promesa.
Y colorín colorado esta historia no se ha acabado. |