martes, 31 de enero de 2012

Cada noche, en el mismo lugar.

Cada noche sueño con poder verte, tocarte, sentirte... Y sin razón alguna tu voz aparece y me dice lo que dijiste en ese momento, en el momento que te fuiste: Recuerda, siempre contaremos las mismas estrellas. Y cada noche a la misma hora me asomo a la ventana y cuento las estrellas.Una, dos, tres... cada día más o menos, pero siempre hay una la que más se ilumina y sin saber por que siempre la tiro un beso con la esperanza de que tú donde quieras que estés lo consigas coger. Coger y guardártelo, con los demás besos que cada noche te tiro..

domingo, 15 de enero de 2012

3#. Me acordé de ti

 Olvida el pasado y vive el presente. Fácil de decir, rápido en actuar, complicado a la hora de la verdad.
Sentados en una cafetería del centro de la ciudad.
-Este sitio está muy bien, ¿no te parece?- Comentó Mickel mirando a su alrededor. A su lado se encontraba Emily removiendo el vaso lleno de batido de coco.
-Si, si es bonito además me recuerda el día en el que nos encontramos.-Dijo sonriendo mirando a las pompitas que se hacían dentro del batido. Mickel la miró y sonrió.
-¿El destino?
-Si, destino - Se agarraron de la mano y sonrieron.
Hace dos años en una tarde de primavera.
-Agh, son mas de las cinco y este estúpido no aparece, si ya lo sabías tu Emily si ese solo buscaba el ligoteo de un día.- decía Emily en voz alta a si misma. Estaba muy enfadada, como siempre picó como una tonta, había quedado con aquel chico que se encontró en la tienda de música llamado Steven hace más de una hora y ni rastro de él. Se sentía estúpida y un poco desilusionada no es que ella fuera buscando a un hombre para algo más, no ni mucho menos, solo que bueno había que reconocer que aquel chico no estaba nada mal pero solamente quedaron por trabajo para buscarle algún sitio en donde actuar o ser la telonera de algún grupillo pero al parecer nada.
-Bueno días, ¿le tomo el pedido?-Le dijo una voz por detrás. Emily no se giró seguía mirando el móvil a ver si tenía alguna llamada suya.
-No déjelo me tengo que ir ya, perdone- Le respondió Emily sin girarse ya que seguía mirando el móvil.
-¿Emily?- Dijo el camarero sorprendido y a la vez con un poco de incredibilidad.
Emily se giró y le miró.
-¡Soy yo, Mickel!-siguió diciendo alegremente. Emily se quedó pasmada, Mickel, hacía años que no se veían desde que le volvió a rechazar aquel día de invierno.
-Mi..Mickel-dijo casi tartamudeando-Cuanto tiempo,¿qué haces aquí?
Se dieron dos besos.
-Pues ya ves trabajando, necesito un poco de dinerillo, todavía no es que haya triunfado mucho en ser un skeater la verdad. Buen ¿y tú? ¿qué tal te va todo?-le respondió con una sonrisa. Aquella sonrisa que le caracterizaba tanto, y por la cual conquistó a tantas chicas.
-Pues nada había quedado…-Emily se calló por un momento. No, no podía decirle que había quedado con un chico y que le había dado luego plantón, además es Mickel seguramente se reiría de ella o pensaría cualquier cosas de ella, todavía no se ha perdonado haberle hecho sufrir tanto en aquel año.-con una amiga, pero al parecer llega tarde asi que ya me iba a marchar – improvisó y acabó con una sonrisa. Él seguía mantenido su sonrisa, parecía que le daba igual con quien había quedado, estaba feliz de volver a verla.
-Oh bueno mira, en 10 minutos acabo mi turno si quieres me puedes esperar y no sé, te invito a tomar algo.¿Quieres?
Emily se quedó callada unos segundos, no sabía que hacer. Si, se alegraba de volver a verle pero por otro lado le daba un poco de cosa, de meter la pata o algo.
-Vale aquí te espero.
-Genial.Bueno voy a atender a las demás mesas ¿quieres algo tú?
-No,no gracias- sonrió
-Vale, pues hasta dentro de 10 minutos.
Sonrieron. Pasaban minutos y minutos y todos eternos, Emily no paraba de mirarle, no había cambiado nada, su melena tan larga como siempre, sus ojos marrones y esa sonrisa que le encantaba. Un chico tan ‘’perfecto’’ (por llamarlo de algún modo) perdido.
Estaba empanada, con la vista pegada a él y por alguna razón con media sonrisa de tonta. Definitivamente necesitaba a un hombre a su lado pero no, no podía, es Mickel aquel creído y ligón pero… ¿Y qué?
-Terminé, ¿nos vamos? –Le dijo por detrás. Emily reaccionó enseguida y afirmó con la cabeza.
Por fin llegaron a un pequeño chiringuito dentro de un gran parque. Se sentaron uno enfrente del otro, él tomando un café con leche y ella un batido de coco. El silencio les inundaba por un momento como en los viejos tiempos.
-Y bueno ¿qué tal te fue desde que me marché?- Le preguntó Mickel. Emily le miró, sabía por donde iban los tiros: Simón.
-Bien, supongo. Mi padre falleció el año pasado.
-Lo siento mucho…
-Ya, bueno asimilado, fue difícil, no me pude despedir decentemente que se diga. Mis últimas palabras: Deja de agobiarme. Claro, doloroso y directo. Como siempre una bocazas. Pero creo que sabía cuanto le quería… -Decía fríamente. Era así siempre hablando del pasado. Fría.
-Bueno… los padres saben que cosas como esas luego son todo lo contrario.
Emily le miró y sonrió. Se sentía a gusto con él, parecía que la entendía. Cuando les contaba a los demás lo que le dijo a su padre siempre se quedaban con cara de: Te pasaste. Pero él no, él la comprendió y siempre manteniendo su sonrisa.
-Y… ¿Simón?- dijo mirando a la taza de café.
Emily lo sabía, sabía que iba a salir esa pregunta. Siempre, Simón, Simón. No desaparece de su vida ni de su cabeza.
-¿Simón? pues buuh…Pues se fue a otra ciudad, muy felices y tal hasta que se tiró a su vecina- decía exageradamente. Mickel la miraba con los ojos abiertos como platos, no se lo podía creer y Emily le sonreía como si nada, aunque por dentro tuviera ganas de coger a alguien y darle una paliza en el cuarto de baño. Desahogarse, solo eso.
-Que cabrón…
-Mucho pero lo tengo superado- Mintió
-Bueno eso es lo importante.- Y los dos sonrieron.
Si, superado. Superado para Emily es estar días, tardes y noches llorando sin control, encerrándose en su cuarto y aislándose del mundo. Miles de correos de él, diciéndola que eso era mentira un rumor  o que se rendía y la pedía perdón aunque fuera mentira. Pero no es fácil creer, normalmente siempre desconfías, ya que siempre hay una parte en tu cuerpo llamada ‘’miedo’’ que te hace desconfiar y creer en la mentira y no en la verdad. Meses y meses llorando, echándole de menos, odiándole, queriéndole y con ganas de matarle. Hasta que se quiso creer que ya había pasado página aunque siguiera teniendo esa angustia en su interior.
-Si lo único importante- le sonrío y siguieron hablando de toda su vida, momentos, recuerdos y experiencia que habían vivido en esos últimos años, con la esperanza de que el tiempo se parará y poder estar más tiempo juntos.


sábado, 7 de enero de 2012

2#.Me acordé de ti

Me acuerdo perfectamente, como el destino fue caprichoso y egoísta conmigo desde el día que crucé aquel paso de peatones. Me llevó por caminos en los que nunca había caminado, me hizo sentir lo que nunca antes había sentido, me hizo caer con cada una de las piedras que encontraba y luego levantarme con miles de rasguños. Pero por alguna razón nunca dejé de creer en él hasta el día que dije adiós a aquellos recuerdos amargos, a partir de ahí ni destino ni nada, solo simples coincidencias.
Hace dos años en una tienda de música.
-Lo siento señorita Hadson no podemos hacer nada por ella, el mástil se ha partido entero y es muy difícil arreglarlo, es mejor que se compre otra.
- ¿Pero no se puede arreglar? Inténtelo por favor, no tengo dinero para otra y la necesito.
El dependiente de la tienda miró  refunfuñando a Emily, si que se podía arreglar pero él quería que se comprara otra para quitarse todos esos trastos musicales que tenía en la tienda y así poder jubilarse de una vez.
-Bueno bueno veré lo que puedo hacer. Déme su número y ya si eso la llamo cuando la tenga.
-Muchísimas gracias- decía entusiasmada mientras buscaba una tarjetita con su número de móvil
- ¿Dónde está? Estoy segura que la metí aquí-
-¿Dices esto? Señorita… ¿Hafson?-dijo dudando un chico que se había agachado a coger su tarjeta del suelo.
-Es Hadson pero se han confundido- le respondió un poco malhumorada mientras se giraba Emily.
-Vaya perdona pero aquí han puesto Hafson no Hadson- le contestó riéndose
Emily se puso colorada, le arrebato la tarjeta y se la dio al dependiente que echó una carcajada al oír al joven.
-Ja ja muy graciosos. Bueno aquí está llámeme ¿vale?-El hombre asintió con la cabeza y se metió en el trastero de la tienda para guardar la guitarra de Emily.
-Bueno perdóneme, no me he presentado soy Steven
-Encantada y ahora si me permite…-antes de que acabara la frase Steven sacó una tarjeta de su bolsillo y se la dio.-Llámame.
-¿Está ligando?-contesto de repente Emily con un tono frío. ¿Primero se ríe de ella y de su nombre y ahora intenta ligar con ella? Empezaba muy mal, no soportaba a tipos como ellos, que se creen que pueden conseguir a cualquiera chica para el rollo de una noche y luego olvidarse al día siguiente de su nombre ‘’si no te veo, no me acuerdo’’.
 El chico al oír la contestación de Emily se echó a reír.
-Si lo quieres llamar así… Yo prefiero llamarlo negocios, porque como he visto en tu tarjeta eres música y yo soy manager así que cuando quieres llámame. Nena y por favor cuando lo hagas tutéame – y con una última carcajada y un guiño se giró y salió del establecimiento. Emily estaba roja, paralizada y enfadada ¿de que iba? Ella puede buscar trabajo solita. Es independiente pero debía reconocer que las cosas no le han ido demasiado bien en esos años pero afrontó los problemas y salió de ellos como una persona muy madura, así que no necesita la ayuda de un saca perras como era el chico aquel.
-Yo que tú no desperdiciaba las oportunidades que me da el destino- dijo el dependiente que volvió del trastero.
-¿Destino? Yo no creo ya en el destino.-Emily miró hacia abajo y apretó las manos.
-Bueno usted sabrá, aun que no crea, el destino seguirá poniendo de su parte para alcanzar su objetivo.-sonrió
Emily le miró y luego miró la tarjeta: Steven Welft. El destino fue caprichoso con ella desde que cruzó aquel paso de peatones hace dos años ¿por qué iba a dejar de serlo?


miércoles, 4 de enero de 2012

1#.Me acordé de ti

Lo reconozco, lo debo reconocer, no soy el mismo desde que aquella chica de pelo rojo y ojos miel apareció en mi vida. Nuestros caminos se cruzaron tras la esquina del pasillo de un antiguo instituto, lo recuerdo como si fuera ayer: miradas, sonrisas, risas y uno que otro folio esparcido por el suelo. Desde ese día todo mi mundo cambió, mi cabeza y corazón dieron un giro de 360º y solo por ella, solo por aquella chica.
En la esquina de una pequeña calle.
-Vendrá, te dijo que vendría ella no rompe las promesas. Tranquilízate venga… - se decía así mismo Mickel mirando desesperadamente el reloj que tenía en su muñeca. Mickel aquel chaval de dieciséis años que iba detrás de todas las chicas que pasaban por su lado, ya era un joven adulto de unos veintiún años, aunque el no quería decir nunca su edad.’’Números son solo números que nos discriminan’’ decía siempre. Seguía teniendo su larga melena castaña y conservaba esa sonrisa seductora que volvía loca a cualquier chica. Su vida cambió, triunfó siendo un gran skeater y ahora va a campeonatos o participa en algún que otro programa de deporte, pero lo que más había cambiado en su vida había sido su forma de ser, dejó de ser el típico chico egocéntrico que solo piensa en sí mismo y que no se tomaba nada en serio a convertirse en un chico sincero, dulce y maduro pero con su lado infantil y pensando solo en una persona: Ella.
- Buenas querido melenudo- le dijo una chica con un tono dulce y cariñoso por la espalda. Él enseguida se giró y la besó.
-Te extrañé, pensé que no vendrías.-la dijo al oído rodeándola con sus brazos.
-¿Estas tonto? ¿ cómo no voy a venir?, te echaba muchísimo de menos amor, pero la espera valió la pena, ya te tengo aquí conmigo para comerte a besos todos los días-decía la final divertida. Los dos se miraron y sonrieron. Nadie ni siquiera ellos se imaginaba que iban a acabar juntos. Personalidades, gustos y comportamientos diferentes, pero como dicen: los polos opuestos se atraen. Emily y Mickel tan diferentes pero tan parecidos. Emily, aquella chica pelirroja que sufrió por amor en años atrás, pero ya con sus veinte años recién cumplidos seguía por fuera igual que siempre ,su misma melena pelirroja aunque un poco más corta que cuando era joven, sus ojos miel un poco resaltados con una pizca de sombra azul seguían siendo grandes e hipnotizantes que siempre y su piel blanca como la nieve, pero por dentro sufrió un gran y tremendo cambio: se despidió de esa niña llorona y saludó a la chica que se ríe de los problemas y su corazón entero cambió. Miles de sentimientos experimentó esos últimos años: la muerte de su padre, lo sucedido con Simón… Miles de cosas que poco a poco se irán contando cuando llegue el momento y la compañía adecuada.
-Te quiero.
- Te quiero.
Sonrieron, se dieron un último beso y cogidos de la mano caminaban pegados como dos enamorados que el caprichoso destino unió con una simple tarjetita.