Sentados en una cafetería del centro de la ciudad.
-Este sitio está muy bien, ¿no te parece?- Comentó Mickel mirando a su alrededor. A su lado se encontraba Emily removiendo el vaso lleno de batido de coco.
-Si, si es bonito además me recuerda el día en el que nos encontramos.-Dijo sonriendo mirando a las pompitas que se hacían dentro del batido. Mickel la miró y sonrió.
-¿El destino?
-Si, destino - Se agarraron de la mano y sonrieron.
Hace dos años en una tarde de primavera.
-Agh, son mas de las cinco y este estúpido no aparece, si ya lo sabías tu Emily si ese solo buscaba el ligoteo de un día.- decía Emily en voz alta a si misma. Estaba muy enfadada, como siempre picó como una tonta, había quedado con aquel chico que se encontró en la tienda de música llamado Steven hace más de una hora y ni rastro de él. Se sentía estúpida y un poco desilusionada no es que ella fuera buscando a un hombre para algo más, no ni mucho menos, solo que bueno había que reconocer que aquel chico no estaba nada mal pero solamente quedaron por trabajo para buscarle algún sitio en donde actuar o ser la telonera de algún grupillo pero al parecer nada.
-Bueno días, ¿le tomo el pedido?-Le dijo una voz por detrás. Emily no se giró seguía mirando el móvil a ver si tenía alguna llamada suya.
-No déjelo me tengo que ir ya, perdone- Le respondió Emily sin girarse ya que seguía mirando el móvil.
-¿Emily?- Dijo el camarero sorprendido y a la vez con un poco de incredibilidad.
Emily se giró y le miró.
-¡Soy yo, Mickel!-siguió diciendo alegremente. Emily se quedó pasmada, Mickel, hacía años que no se veían desde que le volvió a rechazar aquel día de invierno.
-Mi..Mickel-dijo casi tartamudeando-Cuanto tiempo,¿qué haces aquí?
Se dieron dos besos.
-Pues ya ves trabajando, necesito un poco de dinerillo, todavía no es que haya triunfado mucho en ser un skeater la verdad. Buen ¿y tú? ¿qué tal te va todo?-le respondió con una sonrisa. Aquella sonrisa que le caracterizaba tanto, y por la cual conquistó a tantas chicas.
-Pues nada había quedado…-Emily se calló por un momento. No, no podía decirle que había quedado con un chico y que le había dado luego plantón, además es Mickel seguramente se reiría de ella o pensaría cualquier cosas de ella, todavía no se ha perdonado haberle hecho sufrir tanto en aquel año.-con una amiga, pero al parecer llega tarde asi que ya me iba a marchar – improvisó y acabó con una sonrisa. Él seguía mantenido su sonrisa, parecía que le daba igual con quien había quedado, estaba feliz de volver a verla.
-Oh bueno mira, en 10 minutos acabo mi turno si quieres me puedes esperar y no sé, te invito a tomar algo.¿Quieres?
Emily se quedó callada unos segundos, no sabía que hacer. Si, se alegraba de volver a verle pero por otro lado le daba un poco de cosa, de meter la pata o algo.
-Vale aquí te espero.
-Genial.Bueno voy a atender a las demás mesas ¿quieres algo tú?
-No,no gracias- sonrió
-Vale, pues hasta dentro de 10 minutos.
Sonrieron. Pasaban minutos y minutos y todos eternos, Emily no paraba de mirarle, no había cambiado nada, su melena tan larga como siempre, sus ojos marrones y esa sonrisa que le encantaba. Un chico tan ‘’perfecto’’ (por llamarlo de algún modo) perdido.
Estaba empanada, con la vista pegada a él y por alguna razón con media sonrisa de tonta. Definitivamente necesitaba a un hombre a su lado pero no, no podía, es Mickel aquel creído y ligón pero… ¿Y qué?
-Terminé, ¿nos vamos? –Le dijo por detrás. Emily reaccionó enseguida y afirmó con la cabeza.
Por fin llegaron a un pequeño chiringuito dentro de un gran parque. Se sentaron uno enfrente del otro, él tomando un café con leche y ella un batido de coco. El silencio les inundaba por un momento como en los viejos tiempos.
-Y bueno ¿qué tal te fue desde que me marché?- Le preguntó Mickel. Emily le miró, sabía por donde iban los tiros: Simón.
-Bien, supongo. Mi padre falleció el año pasado.
-Lo siento mucho…
-Ya, bueno asimilado, fue difícil, no me pude despedir decentemente que se diga. Mis últimas palabras: Deja de agobiarme. Claro, doloroso y directo. Como siempre una bocazas. Pero creo que sabía cuanto le quería… -Decía fríamente. Era así siempre hablando del pasado. Fría.
-Bueno… los padres saben que cosas como esas luego son todo lo contrario.
Emily le miró y sonrió. Se sentía a gusto con él, parecía que la entendía. Cuando les contaba a los demás lo que le dijo a su padre siempre se quedaban con cara de: Te pasaste. Pero él no, él la comprendió y siempre manteniendo su sonrisa.
-Y… ¿Simón?- dijo mirando a la taza de café.
Emily lo sabía, sabía que iba a salir esa pregunta. Siempre, Simón, Simón. No desaparece de su vida ni de su cabeza.
-¿Simón? pues buuh…Pues se fue a otra ciudad, muy felices y tal hasta que se tiró a su vecina- decía exageradamente. Mickel la miraba con los ojos abiertos como platos, no se lo podía creer y Emily le sonreía como si nada, aunque por dentro tuviera ganas de coger a alguien y darle una paliza en el cuarto de baño. Desahogarse, solo eso.
-Que cabrón…
-Mucho pero lo tengo superado- Mintió
-Bueno eso es lo importante.- Y los dos sonrieron.
Si, superado. Superado para Emily es estar días, tardes y noches llorando sin control, encerrándose en su cuarto y aislándose del mundo. Miles de correos de él, diciéndola que eso era mentira un rumor o que se rendía y la pedía perdón aunque fuera mentira. Pero no es fácil creer, normalmente siempre desconfías, ya que siempre hay una parte en tu cuerpo llamada ‘’miedo’’ que te hace desconfiar y creer en la mentira y no en la verdad. Meses y meses llorando, echándole de menos, odiándole, queriéndole y con ganas de matarle. Hasta que se quiso creer que ya había pasado página aunque siguiera teniendo esa angustia en su interior.
-Si lo único importante- le sonrío y siguieron hablando de toda su vida, momentos, recuerdos y experiencia que habían vivido en esos últimos años, con la esperanza de que el tiempo se parará y poder estar más tiempo juntos.
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