Te enamoras, te desamoras. Te enamoras, te desamora. Te enamoras, te desamoras…
Vueltas y vueltas al mismo recorrido. Siempre experimentando lo mismo.
-Pero enserio tío,¿qué has visto en ella? Si es que por más que la miro no tiene nada provocador. –Decía un chico de unos veinticuatro años mirando la foto que tenía en la mano.
-Creo…creo que será eso. Es que… agh.- El chico de al lado le mira sonriendo. Siempre igual, él nunca sabe jugar. Siempre termina cogiéndolas cariño.
-Pero a ver, centrémonos. ¿Cómo la conociste? –Le dice poniéndole la mano en su espalda.
-Pues… fue casualmente. Creo que fue el destino ¿sabes?
-¿Otra vez con eso? Enserio tío, tienes que dejar de pensar que todo es el destino porque si es cosa del destino yo ya estaría casado y con tres hijos. –Decía riéndose.
-Agh gilipollas.- Le contestó sonriendo.
- Bueno, bueno. Pero… que tiene ¿novio o algo?
-Si… eso es lo peor.
- Pues ya está olvídate de ella. Listo.
- Dios Robert no se puede hablar contigo sobre temas de estos ¿eh? No todo el mundo es como tú, que va de flor en flor.
-¿Perdona? Te recuerdo que tú también hacías lo mismo hace unos años.
-Exacto, unos años. Pero ya he asentado la cabeza y es hora de que tú también la asientes ¿no crees?
-Por favor mírame… Soy guapo, alto, tengo un cuerpo que lo flipas. ¿Me ves con pinta de ser solo de una mujer? –Suelta una pequeña carcajada mirando a una camarera del restaurante en el que estaban.- No me hagas reír Steven.-Se vuelve a girar a su amigo acercándole a él- Somos jóvenes, tío. Tenemos que vivir lo que nos queda de vida. Porque no creo que a los cuarenta o cincuenta ligues mucho. –Sonríe mirándole y devolviéndole la foto.- Bueno si me disculpas esa bella camarera me espera. –Se coloca el pelo mirándose en el servilletero y se levanta.
-Bueno ya que me has ayudado tanto amigo mío. Pagas tu ¿vale? –Dijo Steven sonriendo de una manera irónica.
- ¿Si pago yo me dejarás tu coche por si la consigo?- Dijo manteniendo la sonrisa.
- Vale.
-Guay. Nos vemos amigo y suerte con tus rayadas. – Le contestó despidiéndose con la mano, mientras se acercaba a la camarera que no le había parado de mirar desde que llegaron.
Steven miraba como se alejaba arrepintiéndose de habérselo contado. ‘’Perdida de tiempo’’ Total, ¿qué le podía aconsejar un tío que le da miedo comprometerse con alguien?
-Bah. – Sacó la foto de Emily y la miró. -¿Por qué de ti? De todas las chicas que he estado y puedo estar. Me encapriche contigo.-Suspira poniéndose las manos en la cara- Soy subnormal.-Se apartó las manos de la cara y miró por la ventana con una pequeña sonrisa. No sabía porque sonreía, supone que sería porque le parecía divertida la situación. Debía reconocer que él nunca se había encaprichado tanto por alguien ¿sería amor?
-¡Steven! –Le llamó Robert cerca de la puerta de salida. Steven se giró y le miró. –Nos vemos.- Levantó el dedo pulgar sonriendo y salió del restaurante agarrando a la camarera por la cintura.
- Nunca cambiará… -Dijo en voz baja. Él era así, atrevido, sin miedo a nada. Le encantaban las mujeres y su lema era ‘’Forever Young’’ desde que escuchó la canción de Alphaville no paraba de decir que era muy joven, que tenía que disfrutar de todo, de cada segundo de su vida y por supuesto de su aspecto. No ha conocido nunca ha nadie tan superficial como él pero era como su hermano y le quería. Siempre estuvo a su lado, se juraron amistad cuando eran pequeños y ahí seguía, a su lado, haciendo bulto pero a su lado y eso es lo que cuenta. En cambio él era todo lo contrario. Si, era guapo muy guapo si quisiera podría conseguir miles de mujeres, pero ese era el problema. Él no quería, solo quería a una y quería alguien especial por eso hace unos años paró de buscarla entre las sábanas y empezó a esperar hasta que el destino la encontrase con la ideal, es decir, ella.
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