domingo, 14 de octubre de 2012

22.#Me acordé de ti.


Dejémonos llevar. Llevar por el viento.

-¿Enserio piensas que ella ha podido leer lo que le mandaste?
- Claro, se lo dejé en su buzón y está muy claro que se lo mandé yo. Lo escribí a mano.
- Pero no sé... Mira que estas cosas no suelen ir muy bien.
- ¿Acaso tú sabes algo de romanticismo?
- Oye, que aunque aparente que no me gusta pillarme por alguien, he tenido a alguien.
- ¿A alguien?
- Sí, esa persona que todo el mundo tiene, tuvo o tendrá. Que le das todo, que es tu todo. 
- ¿Enserio?
- Sí.
- ¿Y cuál era su nombre?
- Aaah, secreto.
- ¿Secreto? Somos como hermanos, por dios. Además eso forma parte de tu pasado ¿no?
- Puede...
- Entonces, suéltalo.
-Que no, que no insistas.
- ¿Por qué?
- Porque bueno... tengo la esperanza de encontrarme con ella alguna vez por el camino. Así que mejor no decirlo por si se desvía.
-¿Desviarse por otro camino?
- Desviarse de mi camino y que no me encuentre al final del recorrido. 
- Vaya… Al parecer todo el mundo tiene su corazoncito. 
- Si bueno... pero algunos más escondidos que otros.


Las gotas de lluvia ese día caían como nunca. Como si las estrellas del cielo lloraran por querer salir más brillantes que nunca.  Mientras tanto la gente corría por refugiarse de esas lágrimas, y algunos solamente por huir.

- Que si, que lo he firmado todo. Tranquilízate. - Decía un chico  hablando por el móvil, situado debajo de un pequeño toldo de una cafetería.
- Por dios, que no me han timado. Que pares, que todo el contrato está bien. Ya verás como en unos meses me ves encima de un escenario. - Soltó una sonrisa, imaginándose un gran futuro. Ese futuro que siempre quiso y el cual no paró hasta conseguirlo.
- Bueno tío que cuelgo, que ya he localizado un taxi. Adiós.- Colgó el teléfono, levantando la mano para llamar al coche.
El coche se paró y cuando se disponía a entrar, una joven se subió a él. El chico se quedó un poco perplejo mirando a la joven que estaba toda empapada.
- Chica perdona, pero este es mi taxi.
- No que va. - Le dijo ella con un tono despreocupada. 
- Em si, lo he llamado yo.
- ¿Acaso esto lleva nombre?
- No pero lo he llamado yo.
- Pues gracias por llamarlo. Así que si no le importa señor cierre la puerta, que tengo prisa. Y están empezando a entrar las gotas de lluvia.
- Eh eh eh. Para el carro chica. ¿Señor? ¿Me estás llamando viejo o qué?
- Yo solo digo que.
- A ver. No me importa a quien llevar pero decídanse pronto u os quedáis los dos en tierra.- Interrumpió el conductor con un tono de riña. Se podía ver que era un hombre mayor, que ya para los pocos años que le quedaban para la jubilación no aguantaría una riña tonta sobre quién entraría en el taxi.
Los dos jóvenes se miraron y al final decidieron compartir el taxi. 
-Bien así me gusta. Ahora díganme ha donde llevarlos. – Preguntó el hombre mirándolos por el espejo.
- Yo necesito ir al centro. A la calle del ayuntamiento. –Dijo la chica colocándose el pelo. 
 El chico no la paraba de mirar, era tan… Tonta. Aunque no la conociera de nada, se podía ver que era una de esas chicas malcriadas, que siempre estaba su papá dándole todo lo que quería.
-¿Y tú? Chaval que te estoy hablando. Sal de las nubes.
-Ah si, perdona. Déjeme donde ella, no importa.
- Está bien.- El taxista arrancó y se introdujo en el gran atasco de la carretera. Producido por la lluvia.
Los minutos pasaban y el silencio inundaba el taxi, cada uno mirando por una ventanilla, cada uno fijándose en el otro. 
Él giraba la mirada, su objetivo era ella. Observando cada detalle de su rostro, cada movimiento de su rojiza boca. Había algo que le atraía. ¿El qué? No sabía, le atraía su belleza. Esos grandes ojos que iban retocados con una raya negra y esa melena que le llegaba por los hombros. Niña tonta. 
Ella se daba cuenta y soltaba una suave sonrisa. Apoyando la barbilla en su mano, giraba la vista hacia él cuando apartaba su mirada. Se le quedaba mirando como movía sus ojos marrones por toda la ventanilla, fingiendo mirar la calle. Su corta melena negra le hacia un aspecto revolucionario. Ese look de joven alocado la llamaba la atención. Viejo posesivo.
Y por otro lado el taxista los observaba a los dos de vez en cuando. Le hacia gracia, observaba el juego de miradas que tenían. Jóvenes eternamente enamorados. Flechazos que llevan a esas cosas. Recordando su juventud, recordando como conoció a la mujer de su vida, con la que lleva cuarenta años casado, con la que había vivido lo mejor de su vida y lo sigue haciendo. Días felices. 
Los minutos se convirtieron en horas y el taxi avanzaba lentamente por ese atasco. Mientras que poco a poco los dos jóvenes se iban conociendo, hablando con el conductor, hablando de sus sueños. Sin parar con ese juego de miradas. Ese rato hizo parar el tiempo, las prisas.
-¿Osea que acabas de firmar un contrato con una cadena de música?
- Así es, por fin después de tanto tiempo podré dedicarme a lo que más me gusta. Adiós papeleos.
- Eso está bien. Yo estoy estudiando. 
- ¿Ah si? ¿El qué? – Le miró atento el chico. 
-Biología marina.
- Vaya. El mar es grande. – La chica soltó una gran carcajada. Su comentario era demasiado patético y a la vez gracioso. 
- Si, es grande, hasta ahí todos hemos llegado. – El chico la miró y sonrió. 
-Bueno es que yo mucho del mar no sé. Nunca me ha llamado la atención. 
- ¿Ah no? El mar es otro mundo, es un paraíso. 
- Vaya… Si tú lo dices te tendré que creer.
- Pues claro. Es más, si quieres algún día te llevaré al mar y verás lo maravilloso que es.
- ¿Debajo del mar?
-Pues claro. ¿Si no cómo lo vas a ver?
- Mejor no eh. Yo te lo agradezco pero tantos bichos peligrosos sueltos… como que no.
- Que no hombre, estarás conmigo ¿qué vas a temer?
-A que me muerdas. – La chica se le quedó mirando con una sonrisa, que él correspondió. 
- No te morderé pero te prometo que te llevaré. – Extendió su mano hacia él con una sonrisa.
- ¿Es una cita? – Dijo el chico agarrando su mano como muestra de cerrar el acuerdo. 
- Llámalo como quieras. Es un día en el que una chica que acabas de conocer en un taxi te enseñará el océano. 
- Y en donde el chico que ella acaba de conocer la invitará a comer.  – Los dos se miraron y ella afirmó con la cabeza mientras soltaba lentamente su mano. 
- Pues genial. ¿Dónde quedaremos? – Prosiguió él.
- En donde hemos cogido el taxi. ¿Te parece bien?
- Perfecto. 
Unos minutos después el taxi se paró y los dos se bajaron pagando al hombre. Se despidieron con dos besos y se giraron. Alejándose el uno del otro.  
- Mierda. – Retrocedió rápidamente para  preguntarla la hora pero ella ya no estaba. 
El chico la buscaba sin descanso, mirando por todos los lados pero no la encontraba. Se rindió y se fue. 
Segundos después ella volvió para buscarle. Corriendo. No lo encontraba así que esperó debajo de un tejadito de un edificio. 
Los minutos pasaban y él no estaba. La lluvia caía más fuerte, ya no podía salir, tenía que esperar. Pasó un rato y una figura a lo lejos se iba acercando a ella, iba corriendo. 
Por alguna razón su corazón pegó un salto.  ¿Era él? 

- No me dijiste hora. 
-Te estaba esperando. 
- Te estaba buscando. - La chica sonrió.











1 comentario:

  1. Oii ke vonitoo, me encantaa pero me lioo un poko cn la gentee,
    espero ke subas pronto, muxoss bessoos

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