Un día como otro cualquiera.
El cielo estaba soleado y suavemente corría el viento poniendo en el ambiente una temperatura adecuada. Mientras que por la calle Emily iba andando para encontrarse con él, Simón. Teniendo en mente la pasada noche, aquella nota y como lloró hasta desahogarse por completo. Teniendo en su pecho las ganas de volver a verle, allí, en su pequeño lugar.
Seguía caminando unos cuantos minutos ya que desde su nueva casa hasta donde vivía antes se tardaba. Quién iba a decir que pasarían tantas cosas en tan pocos años. Buenas y malas, más malas que buenas.
Por fin divisaba a lo lejos su instituto, aquel donde conoció a Mickel, aquel que hizo que las cosas se complicaran y seguirían complicándose. Cuando pasó por su lado se paró contemplándolo, recordando todos los momentos que pasó allí, todas las asignaturas que tuvo que aprobar para que años después estuviera sin nada. Sin saber que camino coger para poder avanzar. Desde siempre había sido así, sin saber qué hacer ni a dónde ir, sin saber decidir. ¿Por qué todo en estaba vida tenemos que elegir? Desde que nacemos elegimos : Respirar o no. Todo lo que nos rodea espera nuestra decisión. Pero ella seguía igual que siempre, sin elegir, esperando que ocurrirá. Aunque llegará el día que tenga que decidir que camino coger.
Siguió para delante y miró el reloj, las doce menos cuarto. Había quedado con él a las doce y ya estaba apunto de llegar. Le tocaba esperar.
Y allí estaba la parada de autobús y al lado el paso de peatones pero lo que más la sorprendió fue que en medio del paso de peatones estaba él, montado en su moto roja, esperándola con una sonrisa. Como en los viejos tiempos. Se quedó paralizada ¿era una broma? Porque si lo era no tenía gracia. Simón la seguía mirando con una sonrisa mientras que ella se tapó la boca con las manos. No, no podía llorar. Sus ojos poco a poco se iban inundando mientras que en su mente los recuerdos la atacaban por todo los lados. Recuerdos de aquel día que se conocieron, aquel día que parecía sacado de una película romanticona, de aquellas que el protagonista se queda embelesado con la chica la primera vez que la ve.Algo irreal que nunca pasaría en la vida real, pero que a ella la pasó por casualidad. Por el destino. Recuerdos de cuando se convirtió en el motivo de su sonrisa. Recuerdos de cuando bailaron, de cuando la dijo que nunca dejara de soñar. Recuerdos de cuando vino a buscarla con aquella moto para estar juntos por siempre. ¿Lo haría otra vez?
Poco a poco se iban resbalando las lágrimas por su rostro.
- ¿Vienes? - Decía él extendiendo la mano. Sus miradas no se apartaban.
No sabía que hacer, tenía que elegir: ir con él o quedarse en tierra. ¿Por qué? ¿Qué consecuencias tendría irse con él? ¿Y qué pasaría si no lo hiciera?
-No te arrepentirás. Sube, ven conmigo- Sonreía alegremente, cosa que a Emily la hacía dudar más.
Sus pies no se movían del suelo mientras que él seguía con la mano extendida. Separada a metros de él se decidió. Sus pies se movieron lentamente pero él dejó de extender la mano. Salió corriendo. No quería mirar para atrás, no quería mirar su cara, no quería decidir más. Corría, corría por miedo a enfrentarse a todos sus recuerdos. A sus sentimientos.
Simón al verla correr no sabía que hacer. ¿Por qué corría? ¿Por qué escapaba? Arrancó la moto y fue a buscarla. Estaba lejos pero la podía alcanzar, estaba a punto de tenerla al lado.
- ¡Deja de correr Emily!- La gritaba con todas sus fuerzas, acercándose lo que podía hacia la acera. Pero ella no le hacía caso, seguía corriendo desesperada, llorando, esquivando a cualquiera.
- ¡No lo entiendo! ¡¿De qué se supone que huyes?! Escapando no solucionarás nunca tus problemas. ¡Siempre has sido una cobarde! - Emily al oír lo último se paró en seco. Simón hizo lo mismo apartándose de la carretera y dejando la moto a un lado. Se bajó y fue hacia ella.
-¿Por qué haces todo esto?- Emily no decía nada, solo respiraba fuertemente mientras que él la secaba las lagrimas con su manga. - Eres un poco cobarde.
- No lo soy... - Dijo en en voz baja.
- Desde que te conozco siempre has huido de algo ¿no? Huías de tu padre, de mi, de tus problemas. De todo. Afrontate a la realidad.- Emily agachó la mirada.- Ahora dime ¿ de qué huías esta vez?
-¿ Por qué haces estas cosas Simón? - Le dijo mirándole a los ojos.
- ¿Qué cosas?
- Esas, de ponerte allí como hace años.- Simón soltó una pequeña sonrisa mirándola.
- Porque los echaba de menos, supongo. ¿Tú no?- No dijo nada, solo le apartó la mirada. - ¿Te gustaría volver a ellos, Emily?
- No todo es tan fácil.
- Si que lo es, lo que pasa que tú lo haces difícil.
- Simón... no entiendes nada.- Decía acercándose al bordillo de la acera para sentarse.
- ¿ El qué no entiendo? - Se sentó junto a ella, cambiando la sonrisa.- ¿Qué me he perdido de tu vida?
- Todo. Te perdiste mis últimos años de adolescencia, como arruiné mi vida dejando los estudios, como me encontré con él... Como te echaba de menos. -Y por fin se atrevió a decírselo.
- ¿Cómo te encontraste con él? ¿Quién es él? - Dijo mirando al suelo, sabiendo que esa respuesta le haría daño, mucho daño.
- Si... te fuiste, me dejaste sola. Estuve sola, años.No pienses que me fui con él nada más perderte.
- Emily... ¿quién es él?- Su tono de voz cambió. Casi nunca le había visto así. Se produjo un silencio entre los dos.
- Mickel...- Simón resopló. Miró a Emily a los ojos por unos segundos y apartó la mirada.
- Entiendo.- Se levantó y se sacudió las manos para quitarse la suciedad de la acera.
- Pero Simón... lo mio con Mickel es...
- Da igual- No la dejó terminar.- No quiero saber más. Es normal, ese chaval siempre estaba detrás tuya, tuvo suerte. Aprovecha cada vez que me voy- Decía sonriendo falsamente. En cambio ella le miraba preocupada. ¿Qué había hecho? No sabía había hecho bien o mal en decírselo.
-Yo.. lo siento.
- No, tranquila. Lo siento yo por haberte dejado. Era normal, pasaron años y al parecer el único que esperaba por ti he sido yo.Tampoco es que no tuviera nada, lo admito he tenido algunas chicas pero nunca serio. Así que no te disculpes. -Decía rápidamente. Estaba enfadado, nervioso o molesto, no lo sabía ni él. Pero sabía que esto podía con él.
- Entiendo...- Solo sabía decir eso. ¿Qué le podía decir? Tampoco es que le agradara mucho que hubiera estado con otras chicas pero ella había hecho lo mismo con Mickel. ¿Qué sentía?
- Mira Emily... - Decía más calmado. -Me tengo que ir... Esto me ha pillado de sorpresa. Lo siento. Hablamos otro día.
Se dirigió hacia su moto y se montó. Se miraron por última vez hasta que arrancó. Emily seguía sentada en la acera y veía como poco a poco se perdía entre los coches. Hasta que al final le perdió de vista. La había fastidiado como siempre. ¿Le había perdido para siempre? Sentía una gran presión en el pecho. Tenía miedo.
Se tapó la cara con las manos y cerró los ojos, desahogándose. Mientras que él pensaba en ella, pensando en que hacer. ¿Huir o luchar?
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